viernes, 2 de julio de 2010

Regreso a Los Puertos Grises

Hoy se han vuelto a marchar. Después de un viaje largo, accidentado, difícil, hemos llegado al final. La amistad forjada durante el camino no puede ser mas fuerte ni honesta, porque es vieja de muchos años y recia de haber compartido dificultades, y por eso me jode mas cada vez que nos despedimos, cada vez que el camino se bifurca y ellos toman una dirección y yo otra. Se que van a estar ahí, siempre que les necesite, como están los amigos, pero no por ello me escuece menos haberme separado.


Hoy he vuelto a acabarme la trilogía de El Señor de los Anillos, y la comunidad del anillo se ha vuelto a disolver. Legolas, Gimli, Aragorn, Pippin, Merry y Gandalf han tomado cada uno su camino, como cada vez que llegamos al final y me despido con cierta pena de ellos, sabiendo que algún día volveremos a vernos, y volveré a sentir el hormigueo de ser testigo del redescubrimiento del anillo único, volveré a sentir el miedo de los hobbits al luchar contra los nueve en la Cima de Los Vientos, me volveré a maravillar al entrar en Rivendel (a pesar de no ser especialmente amigo de los elfos, tan monos, tan rubios, parece batallones de las juventudes hitlerianas) y volveré a recorrer la Tierra Media, visitando el Bosque de Fangorn, Isengard, El Folde Oeste, El Abismo de Helm y Minas Tirith, antes de jugarmela a todo o nada en la Puerta Negra de Mordor.


Pero hoy hemos vuelto a llegar al final del camino, lo hemos conseguido una vez mas, a pesar de que Frodo ha vuelto a cagarla hasta el corvejón si no llega a estar Sam (que poco reconocido esta este hobbit, por dios) y hemos conseguido darle a Sauron las suyas y las de un bombero. Y con esa sensación me quedo, con la sensación épica de que cuando todo parece perdido, cuando parece que todo se va a ir por el retrete, algo consigue hacer que las cosas salgan bien. Quizás por eso es una de mis novelas preferidas (a pesar de ser tres libros, yo siempre las he considerado una sola unidad, junto con el Silmarillion y El Hobbit), porque las cosas acaban bien porque prima el honor, y el sacrificio, y la creencia de que si algo merece lo suficiente la pena, y luchas por ello, al final lo consigues.


En mi opinión, es uno de los pocos libros a los que les hacen justicia las películas (Peter Jackson consiguió lo que parecía imposible) y os animo a cualquiera de vosotros que no hayáis disfrutado de ellas a lanzaros en plancha al sofá a calzaroslas, a disfrutar de los paisajes, los personajes y la trama.


Yo mientras tanto, recordare las aventuras vividas y dejare que la nostalgia vaya creciendo hasta que un día mas o menos lejano no aguante mas, encienda la tele y me vuelva a juntar con ellos, ilusionado como la primera vez que los encontré, hace ya muchos años, en la puerta de Bolsón Cerrado.


Hasta entonces, yo volveré a la guerra del mundo de los hombres, a seguir tirando mandobles como en Kazad-Dhûm, solo que esta vez en lugar de pelear contra trasgos, lo haré contra idiotas, que como los trasgos, los hay a miles.


Buen viaje y como dicen los elfos Tenna Rato, hasta pronto.


Todo esto sin acritud, sino con nostalgia, que conste.

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